Mi corazón al desnudo
LXXXII
Es imposible recorrer cualquier gaceta, de cualquier día,
mes o año, sin encontrar en cada línea los signos más espantosos de la
perversidad humana, al par que las más sorprendentes vanaglorias de probidad,
bondad, cordialidad y las afirmaciones más desfachatadas sobre el progreso y la
civilización.
Todo periódico, de la primera línea a la última, no es más
que una trama de horrores. Guerras, crímenes, impudicias, torturas, crímenes de
príncipes, crímenes de naciones, crímenes de particulares, una borrachera de
atrocidad universal.
Y es de este aperitivo repugnante con lo que el hombre
civilizado acompaña su comida de cada mañana. Todo, en este mundo, suda el
crimen: el diario, la muralla y el rostro del hombre.
No comprendo como una mano pura pueda tocar un diario sin
una convulsión de asco.
LXXXV
Todos los imbéciles de la Burguesía que pronuncian sin cesar
las palabras: inmoral, inmoralidad, moral en el arte y otras estupideces por el
estilo, me hacen pensar en Luisa Villedieu, puta de a cinco francos, quien acompañándome
una vez al Louvre, adonde nunca había ido, sonrojándose, tapándose la cara y tirándome
de la manga a cada momento, me preguntaba ante las estatuas y cuadros
inmortales, como se podían exhibir públicamente semejantes indecencias.
Las hojas de parra del señor Nieuwerkerke.
LXXXVII
Soneto para citar en Mi corazón al desnudo. Citar igualmente
la pieza sobre Roland.
Yo soñaba esta noche que Filis regresaba,
bella como era bella al resplandor del día,
queriendo que su espectro aun hiciese el amor
y que, como Ixión, yo abrazase una nube.
En mi lecho su sombra se deslizo desnuda,
y me dijo: “Querido Damón, ya estoy de vuelta.
Sólo hice embellecer en este triste sitio
donde desde mi marcha la suerte me retuvo.
Vengo a besar de nuevo el más hermoso amante:
vengo para morir de nuevo en tus brazos”.
Luego, cuando este ídolo extenuó mi llama,
me dijo: “¡Adiós! Me voy al reino de los muertos.
Como de haber jodido mi cuerpo te alabaste,
alábate también de haber jodido mi alma”
“Parnaso satírico”
Creo que este soneto es de Maynard. Malassis pretende que es
de Théophile.
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