miércoles, 15 de julio de 2015

Fragmentos de... Herman Melville - Moby Dick (part 1)

El acto de pagar es quizá la aflicción más incómoda que nos legaron aquellos dos ladrones del frutal.


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En su momento, se arriaron las lanchas, pero Ahab, al erguirse en la popa de su embarcación,  cerniéndose a punto de descender, hizo una señal con la mano al primer oficial – que sostenía en cubierta uno de los cables de los aparejos – y le hizo detenerse.
-¡Starbuck!
-¿Capitán?
- Por tercera vez, el barco de mi alma zarpa para este viaje, Starbuck.
-Si, capitán, usted lo quiere así.
-Algunos barcos zarpan de sus puertos y luego desaparecen para siempre, Starbuck.
-Es verdad, capitán, amarguísima verdad.
-Algunos hombres mueren con la marea saliente, otros en bajamar, algunos en pleamar; y ahora me siento como una ola que es toda una sola cresta espumosa, Starbuck: soy viejo… dame la mano, hombre.
Sus manos se encontraron; sus ojos se pegaron, con las lágrimas de Starbuck por cola.
-¡Ah, mi capitán, mi capitán! Noble corazón… no vaya… ¡no vaya! Vea, es un hombre valiente el que llora; ¡qué grande, entonces, la agonía de su persuasión!
-¡Arriad!- grito Ahab, sacudiéndose de encima el brazo del primer oficial -. ¡Atención con los marineros!
Un momento después, la lancha remaba virando al pie de la popa.

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